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domingo, 8 de marzo de 2015

Estalla el tsunámi (Primera parte)


(las entradas anteriores se han colado en el blog por urgencia de fechas mientras se desarrollaba ésta)

                                           

Mi brote anterior, por lo que se ve "?" no había terminado.
Acabé mi última sesión de bolos el 1 de enero y en lugar de mejorar me sigo deteriorando en el tema de movilidad poco a poco.
El 8 de enero prácticamente ya no puedo andar y además me falla un brazo por el esfuerzo realizado con el andador estos días.
La sensación es la de tener por piernas dos bloques de hormigón que es imposible levantar para poder dar un paso. Podéis hacer la prueba.
El 8 de enero, no sé como, me visto/visten como puedo, me bajo/bajan al garaje y vuelta a empezar. A urgencias. Esta vez ya me reciben en silla de ruedas.
Me dejan ingresada para valorarme otra vez y mientras ver como evoluciono.
Parece una tontería pero yo lo agradezco. En casa, simplemente, no hubiera podido estar.
Atasco total en la sanidad pública por la temporada invernal. He tenido mucha suerte en encontrar cama ( o me han visto muy mal ) y quizá en haber perdido gran parte del olfato.
Nueva resonancia cervical y medular (la anterior fue sólo cerebral por la pérdida de vista).
Esta vez se ven dos focos activos que son los que me están provocando la inmovilidad de piernas. Por lo menos existe una razón. Según vaya remitiendo el brote recuperaré movilidad y sabré que secuelas me quedan. Cruzo los dedos para que sea lo menor posible.
Se plantea la rehabilitación y el cambio de medicación por alguna nueva que se ha aprobado recientemente.
En este escenario se va desarrollando la despedida de mi hija.  Es nuestra forma de vida desde hace muchos años. Sin dramatismo, somos profesionales las dos de esta enfermedad.
Paso ocho días ingresada en la residencia general de la Seguridad Social y me plantean irme a casa y volver diariamente al hospital de El Mirón para hacer rehabilitación o ingresarme directamente en este centro mientras la hago.
Estoy totalmente inválida. Elijo ingresarme. No puedo irme a casa en estas condiciones.




                                                         Apartamento 226

El viernes 16 ingreso en una habitación individual, con baño y salida a una terraza comunitaria. Encanto decadente con una atención totalmente profesional y humana.
Aumento mi kit de supervivencia con libros, iPad, Tv....Y la seguridad (¿?) de que me voy a recuperar.
La noche del domingo, se veía venir, la paso con un terrible dolor de garganta y fiebre. Eso me remata. Ahora sí que ya no puedo moverme nada.
Pasa la médico por la mañana y me pone antibiótico.
Seguro que esto se solucionará también.
Para explicar mi estado en ese momento: el lunes 19 a las 5 de la tarde llaman con mucho cuidado a la puerta  y es "el chino Miguel". Una persona siempre preocupada por mi situación y que observa mi deterioro con impotencia.
Entra me da un beso y hablamos. Sale a la terraza se da una vuelta y vuelve. Me dice: "vamos". Le digo: "Miguel no puedo andar" " tlaigo silla".
Me ayuda a acabar de vestirme y a levantarme de la cama a la silla y allá vamos como "Intocable". Tienen una sensibilidad especial, o distinta. Siempre preocupados por su medicina ancestral.
Mientras soy un trapo, bueno medio trapo. En este proceso las manos las manejo. Hace nueve años tuve otro peor que me tenían que dar de comer por inutilidad total.
Y así estoy, haciendo amigos. Otros.







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